martes, 22 de abril de 2008

Vino y Amistad: Cuatro Escalones

Cuatro Escalones

Un asado entre amigos es también - también, como agregado que se suma a todo lo otro que significa estar entre amigos: alegría, incoherencia desvergonzada, amistad mineral” (“pura, de montaña, sin aditivos...”), paz de sábado para los vejetes de 40, charla fácil e inconclusa, porque así debe serlo entre hermanos, y etcétera, etcétera – una oportunidad de degustar mientras se come y se amista (del verbo “amistar”: aprofundar el alma)

En este caso fue lo que yo denomino un asado (para mi hay 4 categorías: 1.-asadito: rápido, mata -hambre, chiquito, de pocos cortes; asado: preparado, planificado, directo, convencional con onda, asadizo: mezcla perfecta entre asadazo y asadito – mi preferido- ; y asadazo: para las grande jornadas, en manos de grande asadores, esos que te hacen un asado en una maceta...) bien provisto y mejor realizado; y lo acompañamos con un perfecto Cuatro Escalones: 4 tintos que aparecieron sin pre -visión ni pre-meditación, sino sobre la marcha de lo que cada uno había traido o tenía en casa.

Primero fue un Uxmal, Malbec, de Bodegas Uxmal (Catena), un vino de 7 puntos en la SD: rico, suave, corto pero cumplidor, color rubí apagado (sin el “supuesto” azul típico del malbec), preferido aunque jaqueado por tanta oferta rica y barata dando vueltas; debe mantenerse erguido o lo pasan; hoy, se prefiere. Acompañó muy bien la picada inicial y el primer bocado de choricitos ricos.

Primer escalón hacia la luna – paraíso. Seguía ahora un plato fuerte: un Malbec 2004 de La Azul, bodega pequeña y esquiva de encontrar en góndolas. Había dormido bien y al fresco, pero estaba como apagado; correcto, sí, pero apagado. Un alumno con el guardapolvo blanco y planchado como una vela, impecable, pero sin glamour.


8 puntos en el SD, pero ahí, acompañando al filo el vacío crocante y a la vez jugoso, combinación que nunca – nunca – los gringos van a entender.



Estábamos un escalón más, aunque apenas, y apareció el topa-topa: Terrazas Malbec (Bodegas Terrazas, ergo, Chandón), 2006. Un vino rico, rico de verdad. Nos elevó por suerte y color, y taninos suaves, y presencia de boca y gusto inconfundible.
Es lo que tienen de ventaja los vinos que siempre se parecen a sí mismos, como las mujeres que siempre – siempre – besan apasionadas: son preferidas frente a otras más producidas.



El Terrazas subyuga, y por eso es el vino argentino más vendido en Brasil (dato comprobado personalmente en el 2007) y acompañó la bondiola y las mollejas como se debe.
Son 9 puntos en el SD y diferente de la Azul: este le gusta a todos.



Termina el asado, se cruzan los cubiertos pero no las copas: “¿que más hay?” se escucha como implorando.

Afortunadamente, aún queda un escalón. Un cierre distinto con un Callia Tannat, opción inconcebible en cualquier casa, menos en la de un “tanatero”, como mi amigo anfitrión.


Aroma imposible de confundir (“olor a dope”, dice la jerga, y algo de eso hay...), presente, vigoroso pero no astringente, bien hecho, sabor inconfundible, guste o no, y por eso son 8 puntos en el SD.

Un cierre diferente, no de lujo, pero sí diferente para un momento común.

Qué bárbaro: el lujo a la mierda y lo común y lo diferente en un solo bolsillo; vino, asado y amistad.



León Garcia

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