viernes, 18 de abril de 2008

Vinitos 2 - Cuesta del Madero BLANCO

Volvemos sobre el BLANCO Cuesta del Madero, de Bodegas San Telmo, no dice la cepa (presumiblemente Chardonnay – Chenín), sin año de cosecha, $11 en Jumbo.


7 Puntos en el SD: Preferido - De Calidad Media, pero sabor elegido.


No vamos a venir justo acá a descubrir la pólvora de un vino más conocido que el Obelisco. Pero como la idea de NEPENTE es compartir aquello que tomamos; puesto que lo tomamos, lo compartimos.


Es un blanco que me gusta mucho, campeón en la maratón PCV, en la que muchos mancan a medio camino: Precio – Calidad –Versatilidad.


Lo tomé 2 veces en la semana del 07/04/08, un poco por gusto borracheril, un poco por “autodesconfianza sensorial”, es decir, para saber si la segunda vez me iba a saber tan rico como me pareció en la primera. Y así fue.

En casa, fue primero acompañando ideal un “piqué” ante cena de criollitas con pategrás Sancor y queso fresco de cáscara bien harinosa; más con el segundo que con el primero, pero siempre bien.
Es refrescante, jugoso, con levísima acidez pero curiosamente, seco y frutado a la vez, en rara armonía.

El color es verde amarillento que, por previsible, genera alegría y tranquilidad .


Aguanté todo lo que pude y dejé ¾ e botella para la cena. La comida era milanesas de pollo horneadas, secas como lengua de loro, revividas en el plato con jugo de limón Minerva y mayonesa Hellmans.


Allí hice con el Cuesta el siguiente experimento: serví una jarrita de ¼ litro a temperatura fresca para dejar en la mesa y metí la botella tapada en la heladera.


Este es un juego para hacer con cualquier vino; y ¿para qué?: para comprobar la intensidad aromática y comparar cómo a uno le gusta más, especialmente el blanco, pero también el Rosado y el Tinto liviano; si FRA-FRE o FRI; es decir: FREsco, FRIo o FRAppé.


En este caso la diferencia de aromas no es tan notoria.


Vale remarcar que el Cuesta del Madero – como otros blancos baratones pero queridos – tiene ese “aroma a vino blanco tres cuartos” que nos recuerda a los primeros vinos que tomamos de chicos. Es el aroma del Chenín, que en mi nariz tanto queda y gusta, y me ha hecho amar la variedad, olvidada hoy por los varietalistas- fashion –exportadores –garcas.
Pero ya volverán esos aromas.


Al sacar la botella ya fría de la heladera y probarlos juntos, la diferencia entre FREsco y FRIo, en los aromas no es tan notoria; pero sí en el gusto; en la (leve) “aguja”; al combinarlo con las secas milanesas el FRIo combinó mejor, se comportó más refrescante.

Brevemente, la otra vez que lo probé en la semana fue con un aceptable filet de merluza a la romana en La Madeleine, de Av. Santa Fé y Callao, buffet pasable para almuerzos de trabajo céntricos.



Allí se comportó igualmente fresco, con una no menor ventaja: la botellita individual de 375 que está en todos los boliches, signo de que el Cuesta es popular, y que viene muy bien para almorzar con vino y no morir con una de 750 en los hombros de la tarde.


La miniatura – FREsca –acompañó impecablemente el suave y tibio filet, mirada de reojo por los compañeros de trabajo, falsos abstemios todos y cada uno.


El Cuesta del Madero Blanco es un vinito que todos conocen y, por eso, valía la pena seguir comentándolo y recomendándolo.

León Garcia

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