Mari Jade contra la "Amenaza Verde"
¡ABAJO LA ECOLOGÍA!
(¡Arriba la Enología!)
Los días de frío castizo, macho (por que se te mete) y porteño, son ideales para la "comida fusión": un buen platazo de guiso, y se te hace una fusión nuclear en el estómago; pero que entrás en calor, entrás.
Estos días me gusta darme un gusto que me gusta, que es gustar de una comida "tipo" casera, o - al menos - de las que hacían antes en las casas: pucheros, guiso de mondongo, lentejas, humitas, papas hervidas, ¡pastel de ellas! y un lindo etcétera.
Elijo, entonces, lugares que me provean de dichas calorías que tanto bien le hacen a mi pancita de treintona, esa que todos juzgan pero que a nadie molesta cuando consigue mirarla desde abajo.
(Perdón..., es que el frío me da calor...)
Por eso digo que cuando puedo elegir comer rico y casero, voy a un lugar en Barrio Norte que se llama Cumaná, sobre Rodríguez Peña, casi esquina Santa Fé.
Ambiente decorado a la campestre antigua, muchas mesas, clientes jóvenes y medianos, atiborrado a la hora de almorzar o cenar, oficinistas, grupos, turistas... y todo esto lo digo no como nota de forma, sino porque es fundamento crucial de mi cruzada contra la Amenaza Verde.
Llego y me siento cerca d ela barra, donde se despcha también el delivery. Me siento incómoda, pues las sillas son lindas, pero de terror: una no entra y rompen la columna vertebral (¿o estaré gorda?).
Siempre que voy allí a comer rico y suclento, pongo en marcha un infalible y sinisetro plan: llego temprano para conseguir lugar, de entrada ordeno algo que tarde y de plato principal pido - luego algo que salga rápido - y así estiro 2 horitas entretenida.
Pero lo más importante es que siempre que voy allí, pido a Hansel y Gretel.
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